viernes, 13 de julio de 2012

Y otro maremoto más

Estoy parada en una esquina hablando con mi madre en un día soleado. De repente, llega una ola muy grande que arrasa con todo lo que hay allí y sigue su camino.

A mí me toma desde abajo y floto. Voy casi haciendo la plancha, acostada sobre el agua. Veo algo más lejos de mis pies una gran cantidad de espuma blanca. Voy flotando en la corriente a gran velocidad hacia donde está esa espuma (que también avanza).

No estoy nerviosa ni angustiada. Sé que esta ola me lleva a otro lado, que quién sabe donde apareceré, que quién sabe con quién me encontraré. Que quién sabe dónde estará mi familia. Sé que tengo que dejarme llevar. Relajarme. No puedo hacer más que eso. 


Sé que no voy a encontrar a mi marido allí a donde voy y cuando tomo conciencia de eso algo triste pienso: "Y bueh, fue lindo lo que vivimos juntos, era un buen hombre." 


Sé que viene la nostalgia de lo que fue antes del maremoto, pero me siento bien, sostenida por el agua, dejándome llevar hacia otro lugar.

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