domingo, 27 de marzo de 2011

Arquitectura, vacaciones y un blog amigo

Soñé que conocía a Ana Laura, que escribe EriSada (un blog en el que participo asiduamente).

Estamos en Uruguay. Nos encontramos con ella mi marido, mi hijo y yo.  La idea del encuentro con ella es claramente conocernos después de haber intercambiado tanto en Internet. No recuerdo mucho esa parte del sueño, pero si recuerdo que después de encontrarnos los 4 brevemente, la invito a que nos acompañe a conocer la nueva casa que mis padres han construido en Punta del Este (algo que sólo existe en el sueño).

Yo nunca fui a esa casa y la idea de nuestra estadía allí es "festejar" todos juntos (nosotros, mis padres, mis hermanos) el tener esa casa lista para usar, el haber terminado la construcción. Vamos en auto (creo que el auto de Ana Laura es blanco).

Entramos a la casa los cuatro (mi marido, mi hijo, Ana Laura y yo). La puerta por la que entramos da directamente a un pasillo generoso en ancho y en alto. El piso del pasillo es de listones de madera color natural con tarugos (¿o sin tarugos?). A la derecha del pasillo hay una pared blanca con revoque irregular intencional (bastante típico de las construcciones playeras). Sobre esa pared se suceden las diferentes puertas de las habitaciones de la casa. Son puertas altas y anchas (creo que más que puertas son aberturas, no se si tienen puerta). A la izquierda hay sólo vidrio (del techo al piso) y luego jardín y plantas. Por ese vidrio entra mucha luz que ilumina todo el pasillo y las habitaciones (y la pared blanca del pasillo). Al mirar hacia el jardín, se nota que el pasillo está algo elevado sobre el terreno original. No muy elevado, pero lo suficiente como para que las plantas que hay en el jardín no impidan que entre mucha luz.

Entramos en la primer puerta a la derecha, que es la habitación de mi hijo. Ana Laura entra con cierta timidez, como entrando a una casa en la que no se siente del todo invitada. La habitación es amplia y el techo alto. Tiene una alfombra celeste grisáseo claro, una gran ventana y mucha luz.  Está muy ordenada. Muy limpia (claro, acabamos de llegar). Hay una mesa de luz y sobre ella una especie de juguete. Es como un gran collar que tiene bochas de plástico celeste transparente (como burbujas) y termina en un corazón central (del mismo material). Ana Laura lo agarra y dice: -Qué lindo esto. Y yo le respondo que es un juguete de mi hijo. La luz del ambiente pasa a través del plástico. Es un objeto perfecto para ese lugar.

Llegan mis padres y nos dicen que sigamos recorriendo la casa. Salimos de la habitación y seguimos por el pasillo vidriado que hace hace una leve curva de 20 (o 30) grados a la izquierda. Hay más habitaciones a la derecha y más vidrio a la izquierda hasta que en un momento a la izquierda hay unos dos (o tres) escalones hacia abajo (recordemos que el pasillo estaba elevado sobre el terreno). Bajando esos escalones se ve un gran ambiente con unas cuantas mesas cuadradas con sus sillas. A la izquierda de los escalones, vidrio y plantas y a la derecha de los escalones una barra y sillas de bar. Los contornos de ése ambiente son todos de vidrio y al fondo se ve la puerta principal de la casa. En este caso, el ambiente tiene un techo bajo y mucha menos luz que el pasillo y las habitaciones. Le pregunto a mamá si van a poner un restaurant. Me dice que no, que es para que podamos comer nosotros y quienes nosotros queramos invitar.

Quedamos todos fascinados con la casa y con tanta luz. Mis hermanos están llegando o acomodándose en la misma casa (en unas horas o en unos días). Todos vamos a pasar juntos unos días allá. Ana Laura nos dice que le dio gusto conocernos y se va.

Reflexión diurna: ¡Soñé con Ana Laura! Y ¡Qué buena estaba esa casa y cuanto sentido de la arquitectura había en mi sueño!

martes, 1 de marzo de 2011

Gran pájaro blanco

Estoy en el jardín de la casa de mis padres. Hay una especie de fila en zigzag de gente esperando algo que ocurre en una esquina del terreno en donde en la realidad hay un gran árbol y dos medianeras (es una esquina). En el sueño esa parte del terreno no tiene plantas ni medianeras. Tiene una especie de "helipuerto" pequeño y es una zona abierta.

De pronto llega un gran (gran) pájaro blanco. Parece el de plaza sésamo, pero blanco (y sin esa cara de tonto, este es un pájaro piola). Tiene unas plumnas muy grandes. Aterriza en la esquina del terreno en donde termina la fila y se lleva a las personas cuyo orden en la fila corresponde. Después vuelve y se lleva a otros.

En la fila está mi padre, está también mi amiga O y estoy yo. Mi amiga O y yo jugamos saltando baldosas, pero estamos en diferentes posiciones en la fila. Cuando llega mi turno de subirme al pájaro, O. me pide que me quede con ella a jugar.

Yo le explico que no puedo, que tengo que seguir a mi padre. Subimos mi padre y yo al pájaro blanco y en la siguiente escena estamos atravesando un bosque de pinos por un camino de arena recto que está enmarcado por los árboles. De un lado del camino hay cielo y mar y del otro lado cielo y mar. Mi padre y yo caminamos juntos cruzando esto que entiendo es un bosque en una isla.

Reflexión diurna: ¿Será la isla Gorriti?

Agua

Voy en flotando en el río. Mi marido va en un bote al lado mío. Yo voy agarrada a un remo que él sostiene desde la pala. El agua no está fría ni caliente. Es más bien de tibia a fría: La temperatura justa. Es un agua suave. Me gusta sentir cómo se desliza por mi cuerpo.

No estoy acostada, floto más bien parada con la cabeza afuera. Mi mano derecha toma el mango del remo y me desplazo hacia donde el remo (o más bien, hacia donde el bote en donde está mi marido) me lleva, que es siempre hacia adelante. En eso veo que tengo enfrente un cúmulo de ramas y plantas. El bote en donde está mi marido le pasa de costado, pero en mi ruta está justo adelante.

No puedo hacer otra cosa que sumergirme. Temo quedarme sin aire, pero no tengo alternativa. Me sumerjo (siempre agarrada del remo, siempre avanzando hacia adelante). Abro los ojos. Veo partículas de diferentes plantas flotando en el agua adelante de mis ojos. No me da asco. No me siento en un lugar sucio. Al principio estoy esperando que termine pronto para volver a la superficie y respirar. El tramo con plantas se hace más largo de lo que esperaba, pero me sorprendo disfrutándolo. ¡No necesito respirar debajo del agua! Me relajo. Juego con esas cositas que flotan mientras voy despertando de ese sueño placentero.

Reflexión diurna: ¿Conexión con el bebé que llevo en la panza hace 6 meses? ¿Recuerdo inconsciente de cuando yo flotaba como hoy mi hijo? ¿O ambos?

Debajo de la calesita

Mi abuela me pasa a buscar por el jardín de infantes y me lleva a la calesita. Me caigo mientras está en movimiento y el girar hace que quede debajo de la calesita: entre la tierra y el piso de madera de la calesita. 

Estoy boca abajo. Los pies apuntan al eje de la calesita y la cabeza hacia afuera. Escucho a mi abuela preocupada por sacarme de allí. Busca ayuda. Todos quieren que pueda salir. 

La calesita sigue girando arriba mío.

La bruja que me persigue en el bosque

Corro. Corro. Corro. Atravieso pinos y pinos. Me persigue una bruja. Una bruja tal cual es una bruja: viste de negro y tiene sombrero. Es más bien de baja estatura, pero es rápida. 

Llego a una casa en medio del bosque. Pienso acá me voy a esconder. Entro. La casa es de madera, está abandonada y muy desordenada. Entra después la bruja. Me agarra. Se sienta en una silla. Me acomoda a mí como para darme chirlos en la cola. 

Pero no.

Me hace cosquillas hasta que duele. No puedo escapar de esas cosquillas.

Leopardas

Entro en el baño del colegio. Mientras me miro al espejo salen de los boxes individuales con inodoros unas leopardas. Son hembras. Caminan en dos patas (como la pantera rosa). Una fuma. Las otras se pintan los labios, coquetean, actúan muy cargadas de sensualidad.

Me dicen qué hacer. Pintate así, hacé asá. Me van arrinconando y me encierran en uno de esos boxes con inodoros. No puedo abrir.

Terror desde el momento que aparecen las leopardas menando sus colas.