lunes, 18 de abril de 2011

En el subte

Voy caminando por la calle en un día de invierno. Sé que llego tarde a donde tengo que llegar. Tengo que hacer un trámite para mi jefe. Para acortar camino pruebo algo nuevo (que alguien me recomendó). Al fondo, en una calle sin salida recorrida por paredones hay una puerta chiquita. La puerta tiene más o menos la mitad del tamaño de una puerta común.

Entro. Es un negocio antiguo y oscuro. Los mostradores de madera muy oscura y los estantes altos llenos de cosas (¿libros? si, creo que libros), también de madera bien oscura. No entra luz natural por ningún lado.

Hay mucha gente allí adentro. Una mujer del otro lado del mostrador se me acerca y me pregunta qué necesito. Le explico que quizá me equivoqué de lugar, que yo estoy ahí porque me dijeron que de allí salía un atajo. Ella me contesta que no estoy equivocada y me hace pasar del otro lado del mostrador.

Abre otra puerta chiquita que aparece atrás de uno de los muebles con cosas y me dice que ahí es. Que por ahí es el atajo.

Paso y estoy en un lugar muy grande en donde veo todas las líneas de subte pasar por arriba mío (unas sobre otras). Veo cada uno de los túneles y cada una de las escaleras. Veo la gente que pasa de un lado a otro, incluso cerca mío.

Como es un ángulo desde el que nunca vi los subtes no se cual tomarme ni hacia donde ir. No sé bien donde estoy ahora. Maldigo al que me dijo que tomara ese atajo (que ahora no se quien fue), me maldigo a mí misma: hubiera sido mejor tomar el camino de siempre, si ése yo lo conocía. Este tengo que aprenderlo, voy a ir más despacio seguramente, tengo que conocerlo para tomar velocidad. No voy a ganar tiempo así.

Estoy nerviosa y tengo miedo. Temo perderme.

En eso llega una nena de unos 7 años. No la conozco. El pelo abundante le llega a los hombros, es castaño y lacio. Tiene un flequillo que termina cerca de sus ojos marrones grandes. Se para al lado mío y me da  la mano. Me mira desde ahí abajo y al costado con sus ojos grandes y me dice: "No te preocupes, yo te guío. Yo sé por donde ir."

Reflexiones diurnas: ¿Será nena?

jueves, 14 de abril de 2011

Colgando en el aire

No me veo en este sueño. Veo lo que se ve si uno se escabulle entre plantas tupidas, rejas y medianeras. Llego al piso, al pasto. Veo el frente de la casa de mis padres. Estoy sin lugar a dudas en el jardín de adelante. Desde el piso miro hacia arriba y veo un hombre joven flotando como colgado en el aire algo a la derecha de la palmera. Entre la palmera y la casa.

El hombre viste un jaqué negro con camisa blanca. Es morocho tiene el pelo corto (pero no rapado). Le veo la cara perfectamente. No lo conozco. Me mira (sin levantar la cabeza). Me asusto y escapo. Despierto.

Reflexiones diurnas: ¿Yo era un gato? Por las dudas, voy a recomendarle a mi madre que prenda un sahumerio.