martes, 1 de noviembre de 2011

Maremoto

Estoy en la playa cercana  a la casa de veraneo familiar. Veo que el mar está algo revuelto entonces me voy a casa. Allí está mi familia; mi mamá, mi papá, mis hermanos. Mamá quiere ir a la playa y todos se están preparando para salir con ella.

Les cuento que que el mar está revuelto, que algo no está bien en el agua, que mejor quedarnos en casa. Ellos insisten en ir y los acompaño.

Paramos en el mismo espacio de arena en el que estaba previamente. Estamos un rato ahí compartiendo rarezas y vemos que las olas se hacen cada vez más grandes. Demasiado rápido las olas se hacen muy grandes. En un momento me doy vuelta y mi familia no está más allí, pero tengo que irme, las olas crecen y pronto van a alcanzarme.

Salgo de la playa y veo que hay un hotel. Un hotel aparentemente nuevo, de tres o cuatro pisos. De arquitectura despojada. Prácticamente un cuadrado gris con grandes aberturas cuadradas como ventanas y grandes y anchas puertas rectangulares.

Hay mucha gente refugiándose allí, pero no mi familia. No se a donde habrán ido, pero ahora debo salvarme yo. El agua ya llega a la planta baja del hotel y entonces voy subiendo al primer piso. Veo las puertas de las habitaciones. Una de ellas está arreglada (con mucha onda) luego de una rotura salvaje. Siento que tengo que ver con eso, que estuve allí en una fiesta con amigas (quizá hasta en un sueño anterior esa misma noche o madrugada).

Pero ahora no puedo ocuparme de eso, tengo que salvarme, ver por donde viene el agua. No se a donde fue mi familia, pero siento que yo estoy más a salvo que ellos. Me preocupa que no estén conmigo, pero ya no puedo hacer nada. El agua va subiendo por la escalera hasta el primer piso. Hay que seguir subiendo.

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