viernes, 27 de julio de 2012

¿Mudanza?

Nos mudamos, pero no. En vez de mudarnos a otro lado, vivimos en el mismo edificio de antes, pero ahora en un departamento muchísimo más grande, aunque algo oscuro. Si bien el departamento desde el que nos mudamos estaba en el primer piso, este nuevo departamento está debajo de aquel. Calculo en un entrepiso porque desde la gran puerta de acceso al departamento hay escaleras hacia abajo y hacia arriba.

Las ventanas son enormes, los pisos de madera, es algo oscuro. Estoy contenta en ese lugar decorado con muchísimos adornos antiguos en colores bronce y ocre. El living es muy grande y hay un gran sillón de cuero marrón oscuro. El sillón está sobre una alfombra con arabescos y le da la espalda a una gran ventana (de 4 metros de largo por 2,5 de alto aproximadamente). Adelante del sillón una mesa ratona y por todos lados pequeñas mesas y bibliotecas llenas de bellas antigüedades y adornos más bien rústicos. Entre esos adornos hay muchos autos de colección. Camionetas antiguas, Ford T y otros.

Me toca el timbre la chica que compró mi departamento (sonriente) y me dice- ¡Ah! ¿Te mudaste acá? -Sí -le digo- encontramos este departamento que vendió fulano de tal y lo compramos.
-¡Ah!- dice ella (sonriente) y sigue el curso de la escalera para ir a su departamento que está justo arriba.

Más tarde viene le dueño de una multinacional argentino/italiana (en donde trabajé y cuyo apellido es el mismo que el del nombre de la calle en que está ubicado ése edificio). Me encarga un trabajo como proveedora. Algo relacionado con los autos de colección, porque ya que ve que soy experta, quiere que haga algo al respecto de esos autos para él.

viernes, 20 de julio de 2012

Mudanza

Busco departamento con mi padre. Me voy a mudar. Finalmente elegimos uno muy pequeño, con una sola habitación, pero con detalles de diseño excelentes,  ya decorado y en perfecto estado.

Por ejemplo, el piso del living tiene un sector de ladrillos transparentes que dejan ver la lujosa recepción del edificio, de donde entran y salen personas todo el tiempo. La recepción del edificio (vista desde mi departamento en el primer piso) parece la de un hotel 5 estrellas. Las paredes están pintadas perfectamente, hay una lámpara de pie cromada y un sillón tapizado en tela color uva al lado. Hay también una mesa redonda de vidrio con un pie cromado y unas sillas haciendo juego. Todo junto en muy poco espacio, pero muy prolijo y muy lindo.

Estoy durmiendo allí en la habitación con la puerta entrecerrada y me preocupa no escuchar a mi hijo llorar.

Ya es la mañana y me levanto semidesnuda para darle de mamar. Abro la puerta de mi habitación y luego la de la habitación en donde está mi hijo.

Él duerme en la cocina, sobre una pequeña mesada de granito negro, al lado de un recipiente con diferentes frutas. Cuando llego lo encuentro pequeño como recién nacido, acostado en la mesada, reptando hacia las frutas y mordiendo una palta.

viernes, 13 de julio de 2012

Y otro maremoto más

Estoy parada en una esquina hablando con mi madre en un día soleado. De repente, llega una ola muy grande que arrasa con todo lo que hay allí y sigue su camino.

A mí me toma desde abajo y floto. Voy casi haciendo la plancha, acostada sobre el agua. Veo algo más lejos de mis pies una gran cantidad de espuma blanca. Voy flotando en la corriente a gran velocidad hacia donde está esa espuma (que también avanza).

No estoy nerviosa ni angustiada. Sé que esta ola me lleva a otro lado, que quién sabe donde apareceré, que quién sabe con quién me encontraré. Que quién sabe dónde estará mi familia. Sé que tengo que dejarme llevar. Relajarme. No puedo hacer más que eso. 


Sé que no voy a encontrar a mi marido allí a donde voy y cuando tomo conciencia de eso algo triste pienso: "Y bueh, fue lindo lo que vivimos juntos, era un buen hombre." 


Sé que viene la nostalgia de lo que fue antes del maremoto, pero me siento bien, sostenida por el agua, dejándome llevar hacia otro lugar.

jueves, 26 de enero de 2012

Caller ID

Suena mi celular. Antes de atender chequeo la pantalla a ver quien llama. Aparece la sigla JMS.

Me intriga.

No sé quien es pero creo que debería ser de aquel trabajo que tuve en que todos tenían una sigla de tres letras para identificarse.

¿Quién será ésta persona? Pienso. ¿Porqué me llama?

No atiendo, claro. Y me despierto intrigada, suponiendo que la sigla debería tener que ver con un tal Jim, pero que probablemente el que llamara en el sueño era el jefe de mi jefe de aquella época, que de Jim no tenía nada.

Reflexión diurna: uy... ¿Te acordás cuando trabajaba allá...?

lunes, 16 de enero de 2012

Canoso

Me encuentro con mi amigo M. luego de más de diez años. Un encuentro casual. Sólo veo su cara.
Le digo: -¡Tanto tiempo!-

Y mientras sonrío pienso en lo canoso que está, en cómo ha pasado el tiempo. El también sonríe, hay cielo atrás y su pelo está casi blanco.

lunes, 9 de enero de 2012

martes, 20 de diciembre de 2011

Otro maremoto

Estoy en la ciudad balnearia de veraneo familiar. Hay algo relacionado con el final del alquiler de una casa muy grande casi abandonada. Algo como que el inquilino se está yendo porque no paga. Algo como que la casa es grande y vieja y está en estado de abandono.

Llegó allí con algunas amigas, aunque sólo recuerdo ahora a mi amiga T. No se ahora quiénes eran las otras. Hay algo sobre una mujer que organiza unas clases, un curso de algo allí. No estamos del todo de acuerdo sobre cómo organiza las cosas y no nos gusta el estado de esa gran casa. Las alfombras levantadas, abajo el cemento del piso.

La casa tiene dos pisos, pero sólo estamos abajo. Tiene un gran living y desde él, un gran ventanal hacia el jardín. (Me recuerda a un par de casas que están tirando abajo en esa ciudad de veraneo familiar y en donde están haciendo pequeños condominios de edificios).

El curso implica que nos subimos a un micro y nos vamos. El micro lo maneja un conductor que sigue las órdenes de esta mujer que organiza estas clases.

Vamos llegando a la costa y vemos la enormidad de las olas. El micro va lleno. Hay temporal. Las olas son ordenadas pero muy muy grandes. Cada vez más grandes. Cuando llegamos a una punta del terreno, ya no hay calle. Las olas van y vienen sobre todo lo que había allí. Son muy grandes Hay ola y contra ola.

Veo con asombro que el conductor sigue conduciendo, ignorando eso que pasa. Sigue avanzando como si viera dónde está la calle que ya no está, como si no hubiera una ola viniendo desde la derecha y una viniendo desde la izquierda. Muy grandes.

Pienso que quizá son más chicas de lo que pienso, pero a medida que se acercan estoy segura de que son demasiado grandes para el micro y para nosotros. Sé que nos va a arrastrar. Me resigno sin temor.

El sueño hace un corte y volvemos a la casa del principio. Mi amiga T habla de la mujer encargada de los cursos. Dice que lo que pasó con el micro y las olas fue un horror y fue culpa de ella. Yo le pregunto:

-¿Sabés qué pasó? Yo estuve ahí, pero no me acuerdo-

-Se murieron todos- Me contesta.

Y seguimos hablando de como fue que pasó. Yo aporto detalles, describo todo lo que me acuerdo. Nos vamos acomodando en una habitación de la casa que parece en buen estado, aunque es bastante chica. Está alfombrada, tiene una cama de una plaza y un sillón sin estridencias. Siguen las clases con menos personas en esa pequeña habitación que parece de servicio.